lunes, 18 de febrero de 2013

NIMIEDADES

Nimiedades, plural de nimio, derivado del latín "nimïus", cuyo significado es el de excesivo, o abundante; sentido que se ha mantenido en el español; aunque debido a una mala interpretación, ha recibido acepciones de significado contrario; siendo la interpretación general, como correspondiente a algo no material, insignificante, sin importancia y entre sus múltiples acepciones, quisiera usar las correspondientes a pequeño, baladí, exiguo, irrisorios, trivial o pueril.

Seguro, que ustedes se preguntarán, ¿a donde quiere llegar", la respuesta es  fácil, la pasada semana, soportando un viento más que fresco y habiendo saludado a los dos aburridos cormoranes, que posados sobre una lengua de arena, procedía el uno a secarse  y el otro a acicalarse más que concienzudamente el plumaje, realizadas unas fotos de una garza grande, que presentaba una anomalía bajo su ojo y armado de la paciencia necesaria, para el desarrollo de la foto de naturaleza, mientras esperaba, de forma casi automática, mientras contemplaba la pantalla de la compacta, que como segunda cámara, siempre reposa en el soporte de ventana, me dediqué a explorar el cauce del río y encontré estas fotos, que al principio taché de triviales o pueriles, dada su composición.

No obstante lo anterior y como había algo en cada una de ellas que me gustaba, no las borré inicialmente, pensando, que una vez vistas en la pantalla del ordenador, podría mandarlas a la papelera, sin ningún resquemor.
Quizás,  la tranquilidad de mi despacho, o la música, que  sonaba como fondo, me hizo mirar muy a fondo las imágenes y parodiando los circunloquios del hidalgo manchego Don Alonso Quijano, debo asegurar, como él, que "la razón de la sin razón que a mi sin razón, razón parece", me hizo reflexionar sobre el oro líquido, en  que el sol saliente, transformó las corrientes aguas del río , en los guijarros, de  coloesr blanco, negros, grises y rojos, estos últimos restos de ladrillos cerámicos; todos ellos redondeados y pulidos por el continuo roce de unos contra otros, movidos por el incesante motor de las aguas, durante décadas, que asume, convierte y recicla, todo lo que se vierte en su cauce.


La perentoria necesidad de vida de la rama de adelfa, que se aferra y agarra, en la islilla, que de forma accidental, se ha creado en el cauce del río, mediante  cañas muertas, favorecida por el bajo nivel de agua y poca velocidad de la corriente; esta vida efímera está condicionada a una crecida del nivel; no obstante se aferra a esta nueva oportunidad de continuar viviendo, e incluso prosperar, si las condiciones le son favorables 




Las ramas de zarzas que se enroscan y abrazan el conjunto de raices, obscurecidas por su larga permanencia bajo tierra y que de forma anormal, se encuentran expuestas a los rayos solares, prestan una opción de continuación a la vida, no solo a la zarza, dado que en este mismo entorno y de una caña que por su color, aparentemente está muerta, se produce otro brote de vida en un nudo de la caña, que hace presagiar, la continuidad de la vida.




Los piedras, redondeadas, decoradas con el encaje de las algas filamentosas, que expuestas a la luz en poco tiempo perderán su clorofila y con ella el color verde, la desecación será causa de su muerte y tanto color y pujanza, serán sustituidos por un pardo amarillento y seco amasijo de filamentos, que asemejarán a un estropajo, que en nada recuerda a esta otra imagen.




A posteriori, he pensado que mi aburrimiento, durante dos horas más, que permanecí en espera, fue una lamentable perdida de tiempo; puesto que si, mis intenciones iniciales de fotografía aves, no se realizaban, fue lamentable que no hubiese continuado explorando el cauce del río en busca  de más imágenes irrisorias, pueriles y baladíes; que no lo son o al menos desde mi nuevo punto de vista; por lo que pretendo aprender a mirar, con la visión de la cámara, de forma impersonal y desapasionada; aislando el encuadre del entorno y analizando el resultado; probablemente, no obtendré imágenes impactantes; o quizás si, pero de lo que me encuentro seguro es de que se abre un nuevo campo, de fotografías, que me permitirán no volver sin imágenes en la tarjeta, puesto que siempre existe algo que plasmar en una imagen, todo es cuestión de saber encontrarlo y aislarlo del entorno que lo enmascara y oculta.


Antonio Domínguez Marmolejo
Ingeniero T. en Mecánica y Electricidad

8 comentarios:

  1. Desde luego y tal como apuntas, siempre podemos lograr algunas fotos interesantes cuando no podamos hacer las que teníamos prevista, como demuestras en tu artículo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Son acertadas las reflexiones que apuntas, cuando gusta la fotografía en general y no sólo la de naturaleza, el mirar con "otros ojos" permite descubrir nuevos motivos, sombras, texturas, composiciones abstractas, detalles etc etc. a los que se le puede sacar partido solamente con cambiar de objetivo y encuadre.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, realmente los árboles no me dejaban ver el bosque. Desde ese día en la mochila están siempre, un gran angular, un macro de 90 y otro de 300 mm y el trípode, por lo que salga

      Eliminar
  3. Interesante reflexión la que nos acompañas con estas bonitas fotos. Un saludo Antonio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tocayo , gracias por tu comentario, quizás el escrito sea "nimio", pero escribo lo que pensé en aquellos momentos.

      Eliminar
  4. Como bien dices las fotos están ahí, solo hay que saber "verlas".
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Efectivamente, el saber verlas, es relativamente dificultoso, pero hago lo que puedo y espero mejorar. Gracias por el comentario. Un abrazo.

    ResponderEliminar